“El estado soy yo” dijo el Rey Sol, Luís XIV, en 1655 al
promulgar un aumento de impuestos. Y parecería que el estado fue es y será solo
el gobierno, su estructura y el dinero que maneja.
Pero qué es el estado.
Según una de las acepciones de su significado es una comunidad
social con una organización política común y un territorio y órganos de
gobierno propios que es soberana e independiente políticamente de otras
comunidades.
Es decir que el estado somos todos.
Pero muchas personas parecen escindirse de él para reclamar
cosas. Los empleados públicos piden aumento de sueldos y conservación del
empleo (que está sobredimensionado), las organizaciones sociales planes, los
ciudadanos en general subsidios en las tarifas de los servicios y sigue la
lista.
Y muchas veces “el estado” presta atención a ellos y pone
“su” dinero para satisfacer el requerimiento. Y en varias de ellas, quien hace
efectivo el aporte, el funcionario, actúa como si lo hubiese puesto de su
bolsillo ¡Pero es dinero del estado! Y el estado somos todos.
¿De dónde sale ese dinero?: de los impuestos. Y aunque
algunos crean que no pagan impuestos porque no están inscriptos en la AFIP ni
nada parecido, hasta cuando compran un caramelo lo están haciendo.
Es decir que quienes reclaman dinero al estado están pidiendo
algo que tendrán que aportar por otro lado.
Pongamos como ejemplo, para verlo mejor, un edificio de varios
pisos con muchos departamentos. El inmueble, los muebles y todos sus habitantes
son el estado.
Dentro de él hay bienes personales, departamentos, muebles,
ropa, elcectrodomésticos, y otros que son comunes, por ejemplo palieres,
escaleras, ascensores, jardines, etc. Y para el mantenimiento de estos últimos
cada propietario debe pagar, mensualmente, un monto en concepto de expensas.
En el ejemplo, cierto día, el del octavo F le dice al
administrador que no le alcanza el dinero para pagar el consumo eléctrico de su
departamento y plantea si la administración no puede costear la mitad de la
boleta.
El pedido es aceptado pero, rápidamente, otros propietarios
piden lo mismo; algunos también para el gas o el cable.
Entonces la administración nota que no le alcanza lo que
recauda por lo que aumenta el monto de las expensas. Pero al ver que, a pesar
de ese mayor ingreso, el dinero sigue sin alcanzarle gira, en descubierto en el
banco.
El nuevo y mayor aporte
que cada propietario debe hacer provoca que algunos directamente dejen de pagar
y otros procuren mayores ingresos.
Por eso la del tercero J le pide a la administración que la
contrate para la limpieza de los espacios comunes. Esta, en principio, se niega
aduciendo que ya hay alguien que se encarga de eso y que es suficiente. Pero
ante la insistencia de la mujer la emplean. Y ahora un trabajo que podía hacer
una sola persona lo hacen, en principio dos y, más tarde tres porque la del
noveno W pide lo mismo y es aceptada.
De igual manera sucede con el del 2 N y el del 6 X quienes
se apuntan para jardineros.
Estos nuevos gastos obligan a la administración a aumentar
nuevamente las expensas, a endeudarse más y a descuidar el mantenimiento de las
cosas en común tales como ascensores, cañerías generales, tanques de agua,
barandas de escaleras, matafuegos y otras cosas.
Con el nuevo nivel de expensas algunos le piden a la
administración dinero para su sustento y otros se viven quejando de que los
ascensores funcionan mal, las paredes tienen humedad y algunas luces de los
palieres no funcionan.
Los nuevos empleados del edificio se pagan su sueldo con el
aumento de expensas.
Este estado de cosas crece más y más hasta que en un momento
se estabiliza haciendo que lo que cada
propietario paga de expensas aumente cada mes pero también crezca lo que
la administración subsidia y que todos se acostumbren a vivir entre cosas que
no funcionan.
Pero un día la administración es cambiada y, la nueva, corta
los aportes a los propietarios, para la paga de los servicios, diciéndoles que
gasten lo que pueden pagar; no echa a los jardineros y las mujeres de limpieza
de más pero no les aumenta el sueldo e invierte en el arreglo de todo lo que
funciona mal y comienza a pagar las deudas, por lo que no baja las expensas.
Y un día, algunos propietarios, se reúnen para tomar acción
porque el dinero no les alcanza para pagar todo lo que antes consumían,
incentivan a otros y, entre todos, expulsan a los administradores y vuelven a
llamar al los anteriores.
Entonces todo vuelve a ser como antes.
Pero algunos, tiempo después, abandona el edifico después de
la caída de uno de los ascensores, que implicó cuatro muertes, el
desprendimiento de revoque, que se llevó otras dos y la destrucción de varios
departamentos por el deterioro.
Y los que quedaron se adaptaron a vivir eternamente en la
decadencia. Son los dueños de las expensas, es decir, de la plata que reciben
de la administración.
Son el estado.